Aunque alguno se haya declarado sorprendido por los pasajes reivindicativos del Rector de la Universidad de Cantabria ante el nuevo Gobierno regional en el acto de apertura del curso 2015-2016, la realidad es que ese mensaje siempre ha existido desde que el catedrático Gómez Sal tomó posesión en 2012, y que además es un contenido que constantemente ha ido de la mano con el ofrecimiento de las capacidades universitarias al servicio de la región, y con el llamamiento permanente a que se reconozca la importancia del conocimiento para el desarrollo de la sociedad. Conviene recordar esta coherencia de discurso ahora que se aproxima la recta final del mandato del rector y de su equipo.
Los periodos rectorales que lo habían precedido desde el traspaso a la comunidad autónoma de las competencias en educación superior disfrutaron de una sólida base: un largo periodo de crecimiento económico que llenó las arcas públicas y permitió a la UC aumentar su oferta, realizar importantes inversiones, y acometer un proyecto de excelencia internacional, sin por otro lado tener que recurrir al endeudamiento.
No obstante, el contexto cambió totalmente con el sexenio de recesión, y se hizo muy visible ya en 2010 con los primeros recortes, a los cuales se agregó en el ámbito nacional la disminución de la inversión de investigación, desarrollo e innovación. El equipo que se presentó para gestionar la UC en 2012, pues, hubo de afrontar el dilema que esencialmente puede resumirse en una sola cuestión: cómo mantener el impulso de cantidad y calidad procedente de la etapa anterior, al tiempo que se comenzaba un programa de economías internas muy significativo.
Sin llegar al término del presente curso, la UC acudirá a las urnas para abrir una nueva etapa, que ahora tiene ante sí el apoyo de un nuevo ciclo de crecimiento económico. Es justo valorar la tarea realizada, de cuya razonable priorización da testimonio la casi total ausencia de conflictos internos dignos de nota. Una universidad reivindicativa da testimonio de fe en su propio valor social. Una universidad responsable da testimonio de madurez institucional.
